Los luchadores cívicos cubanos necesitan interiorizar una filosofía vencedora, de modo que puedan ganar en efectividad, coherencia y sentido de misión. A saber, existen tres técnicas de lucha: la guerra convencional, la guerra de guerrillas y la no violencia activa. El turbulento siglo XX ofreció suficientes lecciones como para que fuera incubándose una filosofía de lucha cualitativamente superior, encabezada por líderes de la talla de Gandhi, King, Mandela, Havel, Walesa, entre otros. Nosotros tenemos el imperativo moral de realizar una asimilación crítica de la misma, si queremos acortar el tiempo que nos separa del nuevo proyecto nacional que estamos llamados a implementar.
A continuación, les describiré las esencias de la misma:
-Existen dos actitudes que destacan sobremanera: el valor cívico a toda prueba y rehusarse a utilizar la violencia. Las armas de fuego son sustituidas por saber encauzar la justa indignación de las víctimas, así como las capacidades morales, espirituales e intelectuales de éstas, de terceros y hasta del oponente. Para tal fin se debe planear un creativo e inteligente curso de acción que esté orientado a ganar los objetivos previstos, desarrollando a plenitud una conciliación no violenta del conflicto.
-En el imaginario de los portadores de esta filosofía está centrado legarles a las presentes y futuras generaciones, más allá de los intereses, conveniencias y creencias, una nación o comunidad reconciliada, o dicho en otros términos, con amistad cívica. La guerra civil y la sociedad civil son escenarios incompatibles, por lo que debemos apostar decididamente por el segundo. El proyecto de nación deseado es uno donde prevalezca la justicia, la libertad, la democracia y las personas puedan con su propio esfuerzo prosperar, así como desarrollar un estilo de vida adecuado.
-Esta filosofía se desarrolló en sociedades o grupos humanos muy sometidas e indefensas, como es el caso nuestro, lo cual influyó en que los líderes que encabezaron los respectivos movimientos liberadores concluyeran que se debía dirigir el accionar hacia las infraestructuras institucionales y legales que generaban las injusticias y no hacia los perpetradores de las violaciones de los derechos humanos, lo cual asegura un cambio sistémico, y no del autócrata y sus secuaces, pues estos pueden ser remplazados por otros iguales o peores. La lógica de funcionamiento es la del enfrentamiento corajudo, así como de involucrar al otro, de ser posible.
-Sus practicantes proponen que se debe estar dispuesto al sacrificio, como puede ser el de soportar los arrestos y detenciones periódicas, encarcelamientos, golpizas, vejaciones y otros peores, en aras de poder alcanzar el objetivo estratégico, eso sí, sin pensar en venganza. Se ha verificado en la práctica que una vez que se padecen todos los rigores descritos los activistas se redimen, así como que el movimiento crece tanto espiritual como humanitariamente. Los practicantes no violentos a plenitud le irradian a la sociedad y al oponente un mensaje de convocatoria que resulta tener en diferentes magnitudes, buena acogida. El jiu jitsu político se tiene como una herramienta poderosa.
-No profesar la violencia en ninguna de sus manifestaciones, así como practicar el amor ágape, entendido como a la verdad y la humanidad, pero de no ser posible por los rasgos de la personalidad de la víctima o de las grandes crueldades sufridas, al menos no se debe odiar, porque de lo contrario se desnaturaliza dicha filosofía. La no violencia debe estar presente en todos los aspectos de la campaña, así como permite leer la ubicación dentro del espectro político de los oponentes y de los diferentes integrantes de la sociedad, o sea, su accionar está orientado a poner a prueba, a transparentar. Las varias campañas suelen extenderse, por lo que se deben diseñar diferentes actividades para mantener en alto el ánimo y la entereza de sus practicantes: celebrar las victorias por pequeñas que sean; reconocer públicamente a los activistas y líderes que más se hayan destacado; distribuir folletos e impartir conversatorios en aras de mantener la disciplina no violenta; aprender a disfrutar de los objetivos estratégicos conquistados de forma digna y conciliatoria, así como exponer la nobleza de los propósitos; establecer mecanismos de vigilancia para evitar regresiones, entre otras.
-Esta filosofía apuesta por el ser humano, o sea, considera que el mismo se inclina de forma orgánica hacia la justicia, la verdad, así como que su ser está en sintonía con el universo. En otras palabras, no se sospecha de la persona humana, aunque pueda torcer el camino por razones ajenas a su naturaleza. Lo anterior tiene apoyatura en que los diferentes sistemas religiosos incluyen el concepto: “Que el arco moral del universo tiende hacia la justicia”. Es evidente que la misma posee aplicación universal, de modo que es pertinente lo mismo para un ateo, agnóstico, hinduista, cristiano u otros. Los que la practican se apropian de una nueva moralidad y conciben dicha filosofía como una herramienta de lucha poderosa para propiciar el cambio social y político a gran escala, con el agregado que el nuevo proyecto tendrá como fundamento sus presupuestos, o sea, es medio y fin.
Por otra parte, expondré de forma concisa la conceptualización que le asiste a la dinámica social resultante de esta filosofía:
-Los regímenes de fuerza por consolidados que parezcan en determinados momentos de la historia son susceptibles a ser cambiados, pues se puede influir sobre los mismos desde los presupuestos de esta filosofía; las personalidades, incluidas las que sostienen un régimen despótico, no son estáticas, de modo que abordarlas prejuiciadamente solo facilita reforzar su dogmatismo; la filosofía que les proponemos reta tanto a la violencia como a la paz sin justicia o pacifismo; tradicionalmente se ha enmarcado la lucha libertaria con el emplazamiento de nosotros vs ellos (tipos buenos vs tipos malos), pero esta filosofía se desmarca de la trampa de las polaridades y contempla la tercera fuerza: que la conciliación del conflicto a través de la no violencia es un proceso multifacético orientado a alcanzar la verdad, la justicia, la misericordia, la paz-reconciliación.
30 de noviembre de 2020
Nota: En este trabajo utilicé como referencia el Manual Líderes de la Comunidad, del curso “Los Derechos Humanos y las Responsabilidades”, que conformé para la formación de líderes no violentos, otras lecturas sobre el tema y los conocimientos adquiridos en muchos años como practicante de la lucha cívica.