En pos de la Libertad de Cuba
Metodología y filosofía de lucha
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Acerca del reportaje de la televisión cubana sobre «Clandestino»

Un método muy eficaz para determinar la naturaleza y propósito de algo polémico es preguntarse a quién beneficia. Tal como lo presenta la televisión cubana, “Clandestino” tiene todas las trazas de un trabajo de la contrainteligencia cubana. Eso es, presentar a los opositores anticastristas como unos desideologizados, drogadictos, con mala facha, que operan cubriéndose el rostro, así como que se movilizan únicamente por dinero y obedecen órdenes desde el exterior con el correspondiente estigma de ser pagados con dinero de los Estados Unidos, y, sobre todo, que le arrojan sangre de cerdo a cuanto busto del apóstol José Martí se encuentren, de lo cual se desprende que son unos antipatriotas.

Siempre he defendido que la libertad y la democracia de Cuba pasan por apropiarnos de una metodología de lucha de probada eficacia, así como de una filosofía que le proporcione sentido de misión, cohesión y capacidad de convocatoria de amplio espectro al movimiento contestatario cubano. El secretismo y el engaño le son incompatibles a la técnica de lucha que defiendo, de modo que la disciplina no violenta se alcanza mejor con transparencia e integridad. Solamente en casos como el nuestro, donde muchos aspectos de la vida están atravesados por la presencia de los resortes de un Estado policíaco, es lícito emplear a nivel operativo la compartimentación, como, por ejemplo, no anunciar en determinadas circunstancias cuándo y dónde se realizará una acción cívica. Todo lo demás debe ser de público conocimiento.

Quiero recordar que esta técnica de lucha es de naturaleza social y humana, donde el enfrentamiento debe ser corajudo y orientado a involucrar no solamente a terceros, sino también al oponente, de modo que no se les exige a las víctimas por razones obvias, en calidad de demandantes, amar a los victimarios (si lo hacen mejor), pero resulta indispensable no odiarlos ni demonizarlos, de lo contrario se desnaturaliza dicha metodología. Se aboga por profesar el amor ágape, entendido como el amor a la verdad y a la humanidad, como lo hacía José Martí. Reitero, no se puede ser un luchador no violento con mentalidad de guerrillero ni de soldado de guerra convencional. Esto es una manera cualitativamente superior de enfrentar la resolución de los conflictos.

Estamos enfrentados a un régimen que practica métodos represivos aprendidos en la KGB, la STASI y sobre todo de la gran experiencia adquirida en muchos años de praxis, o sea, que se puede hablar con propiedad de la escuela cubana en la materia. Dentro de sus propósitos está penetrarnos o inducirnos a cometer errores, de modo que los cubanos recelen de nosotros y en consecuencia no se nos unan. Yo abogo por que incorporemos a nuestro acervo de conocimientos y procederes la tradición que tiene como pionero intelectual a Henri David Thoreau y entre sus líderes más destacados a Gandhi, King, Mandela, Havel y Walesa. Ninguno utilizó el ocultismo ni mancillaron a sus próceres en la consecución de sus objetivos.

24 de enero de 2020

 

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