En pos de la Libertad de Cuba
Metodología y filosofía de lucha
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La pertinencia de la lucha no violenta en el caso cubano

La paradoja del castrismo es que por una parte se lleva a cabo una praxis de plazas llenas de cubanos aplaudiendo discursos kilométricos, asistiendo a procesos eleccionarios donde los resultados le son abrumadoramente favorables, asambleas en centros de trabajo, de estudios y de barrios desbordadas de partidarios incondicionales, y por la otra aparece con fuerza la perspectiva hegemónica de poder: un máximo líder inamovible y con atribuciones omnímodas, y se proyecta que “el poder es auto-perpetuado, durable, ni fácil ni rápido de controlar o destruir”, a lo que hay que añadir una precariedad de la vida diaria con la que no se sostendría ningún gobierno en situación comparable.

En fin, el castrismo se ha convertido en un falsificador de primer nivel, pues ha presentado a un régimen totalitario y abusador contumaz de los derechos humanos como un sistema en donde el pueblo lo apoya con entusiasmo y patriotismo. Para desmontar este sistema propongo otras herramientas. La humanidad dispone de una técnica de lucha que se desmarca de la práctica de la violencia y su cultura a fin, que se ha llamado “la no violencia activa”, y que entre sus presupuestos contiene:

-Los gobernantes no poseen poder intrínseco, pues este debe venirle de afuera, o sea de la sociedad. Retirarle total o parcialmente las fuentes de poder descritas en la literatura especializada de la Institución Albert Einstein, como “autoridad, recursos humanos, habilidades y conocimientos, factores intangibles, recursos materiales y sanciones”, debe estar entre los objetivos a conquistar en cualquiera de los casos.

-Se necesita desarrollar un pensamiento estratégico-táctico, que implica identificar los aspectos, o necesidades, más sensibles que tengan la capacidad enrolar a las personas en diferentes campañas, que deben ser llevadas a cabo con progresión en complejidad y alcance; la implementación de numerosas operaciones tácticas que materialicen cada una de las campañas, las cuales se desarrollarán poniendo en práctica una multitud de métodos o armas no violentas. Consensuar una Gran Estrategia orientada en coordinar todos los recursos humanos, políticos, económicos, organizacionales y demás, en aras de conquistar, en nuestro caso, la libertad y la democracia, es indispensable.

-Según la Institución Albert Einstein, los métodos o armas no violentas se dividen en tres grandes grupos: protesta y persuasión, no cooperación e intervención no violenta. El primero posee 54 métodos divididos en diez subclases, los cuales son meros actos simbólicos. Los segundos presentan 104 métodos divididos en 22 subclases y están orientados a rehusarse a participar y con ello socavar el poder de los dictadores. El tercero incluye 40 métodos que se dividen en cinco subgrupos y son acciones donde se intervienen directamente para cambiar la situación. Obviamente la lista de métodos puede aumentar o disminuir según el contexto.

-La no violencia es una forma de controlar y usar el poder político sin violencia, opera para debilitar la posición del oponente, restarle apoyo, frustrar la utilización efectiva de sus fuerzas, liberar a las víctimas y por extensión al pueblo, así como a los que están entrampados en las estructuras de poder y no saben cómo ni tienen el coraje para salirse de las mismas.

-Se necesita impartir cursillos, talleres, conversatorios, sociodramas, etc., para formar no solamente a los líderes sino a otros que remplacen a los mismos en caso que los victimarios traten de dejar acéfalo al movimiento. Ser líder significa ser portavoz, ofrecer soluciones inteligentes y eficaces; no impartir ordenes desde posiciones seguras y en consecuencia dar en todo momento un ejemplo corajudo; organizar, exigir disciplina, incluida la no violencia para evitar que se desnaturalice el movimiento, entre otras. El liderazgo puede ser ejercido por una persona o colegiado.

-Se necesita de un idealismo en sus practicantes que alimente las creencias siguientes: que se defiende una causa justa; que se es asistido por una fuente de fuerza superior (religión, filosofía, ideología, sentido de misión, poder justiciero de algún amigo poderoso); que al final siempre triunfará la justicia; que el uso de esta técnica, de una estrategia inteligente y de un comportamiento disciplinado y hábil asegurará la victoria.

-La autenticidad de los usuarios de esta técnica depende del valor; la disciplina; la disposición al sacrificio para alcanzar la meta suprema sin pensar en venganzas; la inteligencia; ser un buen conocedor de la naturaleza y el modo operacional de dicha técnica; el desprendimiento que incluye la pretensión de legarles a las futuras generaciones un contexto reconciliado, de paz y con calidad institucional.

-El secretismo y el engaño son antitéticos con esta técnica. En otras palabras, la disciplina no violenta se alcanza mejor con transparencia e integridad que a través de la conspiración subterránea. Pero cuando se opera en un sistema donde son conculcados totalmente los derechos humanos y existe un Estado policiaco debe seleccionarse un mínimo indispensable de discreción en el campo operativo para tener éxito.

-El incremento de la membrecía debe observar dos aspectos: la cantidad y la calidad. Si no se puede constatar que los nuevos ingresos poseen actitudes y aptitudes es aconsejable no aventurarse con crecimientos que contaminen el grupo. Eso sí, “un movimiento contestatario amplio y de alcance nacional que sea disciplinado y perseverante se convierte en irresistible”. En los estadios intermedios hay que ajustar los fines a los medios. Una serie de victorias por pequeñas que sean levantan la moral de las huestes democráticas.

-El grupo no violento debe apropiarse y sostener la iniciativa, esto es, saber si en determinada circunstancia se actúa o no, cuándo actuar, cómo actuar, y desarrollar la capacidad de obtener el máximo de ventaja con los medios disponibles. Debe existir una buena selección de los activistas que van a participar en cada operación táctica, pues no siempre se requiere lo mismo. De ahí la importancia de apropiarse de una filosofía desde la cual se pueda determinar qué tipo de influencias y presiones debe realizarse contra el oponente. Además, dicha filosofía le da cohesión y sentido de misión al movimiento. Los represores tratan de implementar maniobras para disipar y desviar el accionar cívico hacia otra dirección.

-Los líderes deben estar atentos a cómo se desarrolla el curso de la lucha, pues en ocasiones deben cambiarse tácticas y armas no violentas, “ya sea para alternar responsabilidades y peligros de un comando civilista a otro; o tal vez a uno menos cansado o más disciplinado. La alternancia puede aumentar las presiones o agregar variedad e interés a la campaña”. La Gran Estrategia y las estrategias de campañas menores no deben cambiarse, a menos que haya razones de fuerza mayor y después de un análisis exhaustivo.

-No hay sustituto para el vigor cívico ni la determinación de persistir ante la represión en una campaña no violenta. “Nunca hay que esperar hasta que sea demasiado tarde. Hay que saber cuándo retirarse a una posición defendible y encontrar la manera de corregir las fallas”. Si los planificadores no violentos descubren que los de la resistencia están obteniendo muchos mejores resultados de lo esperado o el oponente muestra signos de debilidad, pueden replantearse un nuevo y más acertado accionar cívico para capitalizar nuevas victorias.

-La lucha cívica no violenta irradia desde los activistas hacia la comunidad lo siguiente: enfrentamiento y superación de “la inconformidad, desesperanza, inercia, impotencia, doble moral, pasividad y miedo. Por otra parte, se incrementa el respeto a sí mismo, la confianza, la conciencia de su propio poder” e impulsa la capacidad de asociación en aras de conformar una agenda compartida y consensuada de reivindicaciones.

-Las campañas no violentas exitosas producen hermandad entre los discrepantes, la conversión de integrantes de las instituciones militares, de policías y de la clase política vinculada al poder en general, apoyo amplio de terceros y un aumento sustancial de la no cooperación al régimen confrontado. Al jiu-jitsu político le es indispensable para su concreción no ejercer la violencia psíquica y física por parte de las víctimas; esto desequilibra políticamente a los victimarios, y en consecuencia propicia que la represión se les revierta y debilite su poder.

-Por razones obvias, no se exige amar a los victimarios aun cuando ese refinamiento facilita el arduo camino a recorrer, pero no odiarlos ni acosarlos potencia sobremanera la efectividad de la no violencia activa. Por lo tanto, lo uno y lo otro debe ser incorporado como sustrato de pensamiento en toda la trama de la lucha cívica.

-La efectividad de la no violencia activa no depende tanto de la sorpresa, el lugar ni de la novedad de los métodos utilizados. Esta es una técnica de naturaleza social y humana, por tanto, sus resultados estriban básicamente de la sustancia de las acciones, el acierto en la selección e implementación de las estrategias de campañas, así como del desempeño de los activistas en términos de la participación continua en la lucha, no someterse al miedo, el mantenimiento de la disciplina, no practicar la violencia psíquica ni física y la no personalización del conflicto. A diferencia del uso de la violencia, en la aplicación de esta técnica de lucha varían con facilidad las percepciones humanas y con ello las adhesiones o retiro del apoyo a uno u otro bando.

-Los éxitos a corto plazo no pueden ser a costa del debilitamiento del movimiento demandante ni fortalecer a los represores, de ahí la importancia de desarrollar una visión estratégico-táctica anclada en la historia, cultura, entorno regional y mundial, los puntos fuertes y débiles de ambos contendientes, la tipología del régimen y demás; donde se tenga previsto qué hacer en el corto, mediano y largo plazo, así como de qué forma actuar de conformidad con la filosofía de la no violencia que le asiste.

-A diferencia de las sanciones a los traidores e indisciplinados que se aplican en los grupos que utilizan métodos violentos, tales como los fusilamientos, encarcelamientos, etc., en el movimiento no violento se apela a la persuasión y cuando ésta no es suficiente se incluyen vigilias, oraciones públicas, publicar los nombres de los desertores, agentes encubiertos e infractores, suspensión de membrecía, boicot económico, ayunos e interposición no violenta, etc. En ninguno de los casos se debe usar la intimidación ni la aplicación de correcciones que afecten la integridad física del transgresor.

-El grupo no violento debe agotar todas las posibilidades en la mesa de negociación ante de acometer un accionar cívico como parte de una campaña. Esto propicia que los activistas no violentos crezcan espiritual y humanitariamente y con ellos aumenta su energía cívica y determinación. La literatura especializada de la Institución Albert Einstein ofrece cuatro mecanismos de cambio: conversión, adaptación, coerción no violenta y desintegración, los que deben ser seleccionados, uno o varios, teniendo en cuenta cuáles son las pretensiones de los demandantes y la naturaleza y capacidad de neutralización del régimen demandado. Teniendo en cuenta la relación de poder existente en nuestro país y los valores concomitantes a esta técnica de lucha, creemos y proponemos como posibles la utilización de los tres primeros.

-A diferencia de otras técnicas de lucha, la no violencia activa promueve la emergencia del ciudadano y una urdimbre de instituciones de la sociedad civil y política, de modo que se produce una recomposición de la relación de poder: se achica el Estado opresor y se ensancha el de la sociedad, y con ello se logra una suerte de libertad de facto, condición necesaria y suficiente para una verdadera transición hacia la gobernanza democrática. Ese traspaso de poder del Estado hacia el ciudadano le ofrece poderosas herramientas para enfrentar los muchos retos del momento y del futuro.

-La no violencia ofrece muchas más oportunidades de éxito que la violencia política. Sin embargo, su utilización no garantiza una transición exitosa hacia la libertad y la democracia en nuestro país. Se corre el peligro que se produzcan transformaciones no deseadas, e incluso, en las circunstancias de cambio de régimen, una futura regresión hacia alguna forma de autoritarismo. Como en todos los conflictos, los resultados son una mezcla de victorias y derrotas en proporciones diferentes. De ahí la importancia de realizar una planeación estrategia inteligente y eficaz, así como una buena preparación de los líderes. De lo que no cabe dudas, es que la libertad y la democracia serán una realidad en nuestro país, asistidas en la consecución de sus objetivos por la no violencia activa y protagonizada por sus exponentes.

9 de abril de 2021

Nota: Se tomó como referencia la literatura de la Institución Albert Einstein, otros textos y la experiencia y reflexiones del autor.

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