La espontaneidad, aunque tiene algunas ventajas, es disfuncional para desarrollar una técnica de lucha de probada eficacia: la no violencia activa. El régimen nos distrae con maniobras para que nuestros esfuerzos se dispersen y en consecuencia no hagan avanzar nuestra causa. Trazar un curso de acción que nos permita transitar del totalitarismo y la planificación central hacia la libertad y la democracia es una necesidad inaplazable. La implementación de un plan estratégico general consistente en realizar una serie, en distintas etapas, de actividades y estrategias de campañas menores, orientadas a crear una dinámica de cambios que nos permita la materialización de un nuevo proyecto de nación, es una condición sine qua non. La conquista de objetivos mayores va a estar determinada por haber transitado un camino desde lo más simple.
Solamente si las realidades de la lucha han cambiado radicalmente (y no por cualquier cosa) es que se podría hacer un nuevo plan estratégico. Eso sí, el buen estratega debe oportunistamente aprovechar las brechas que se presenten y llevar a cabo operaciones tácticas (el nuevo objetivo táctico no debe apartarse de la estrategia en cuestión) para asestarle golpes contundentes al oponente.
Lo anterior es consistente con lograr tres aspectos esenciales: involucrar a la población en pos de luchar por sus derechos y reivindicaciones, lograr la unidad en la acción de la oposición democrática cubana, y saber qué hacer en el corto, mediano y largo plazo. Además de desarrollar un pensamiento estratégico-táctico, la oposición democrática cubana debe apropiarse de una filosofía que contenga unos presupuestos que contribuyan a dar cohesión a sus partidarios, sirvan para determinar qué tipo de influencias y presiones se van a ejercer sobre el oponente, proporcionen un simbolismo que contribuya a hacer posible el jiu jitsu político, y sirvan asimismo a determinar en cualesquiera de los casos si se va actuar o no, cuándo, cómo, y se evite la exacerbación del escenario nacional.
La filosofía del amor y la no violencia supera con creces a la guapería política y el desprecio al otro. No solamente la estrategia que desarrollemos debe garantizar una transición sin posibles regresiones en el futuro a otras formas de autoritarismos, sino legar a las futuras generaciones una Cuba tolerante, con justicia y que las personas con su propio esfuerzo puedan desarrollar todas sus potencialidades.
La filosofía que proponemos es la que desarrolló Martin Luther King, corolario de las tres iglesias históricas de la paz: Thoreau, Tolstoi y especialmente Gandhi. La misma no es ajena a nuestro acervo de pensamientos pues el ideario martiano tiene muchos puntos de coincidencia con ella. Esta tradición, si la potenciamos, está llamada a dotar a la nación cubana de las herramientas para enfrentar la resolución de los conflictos en adelante de forma cualitativamente mucho mejor.
Según lo que señaló Gene Sharp en De la dictadura a la democracia, la selección de los objetivos en torno a los cuales se conciben las diferentes estrategias orientadas a conquistar la meta de la Gran Estrategia (libertad y democracia) es esencial para la articulación del plan. Propongo debatir los siguientes:
1) Ratificación de los pactos de la ONU con reformas al menos parciales de la Constitución y las leyes complementarias (aquí los derechos humanos adquirirían rango constitucional y legal), cese de la represión muchas veces violenta contra la oposición democrática cubana, reconocimiento legal de los grupos contestatarios y libertad para los presos políticos.
2) Exigir el adecentamiento de la burocracia, lo cual pasa por la inclusión en una página de Internet de todas las cuentas públicas, así como una verdadera rendición de cuentas.
3) Ejercer los derechos humanos, que deben estar consagrados en el entramado legal, y poner a prueba la no exclusión de los opositores pacíficos en la vida pública. Esto significa participar en los procesos electorales, una vez que haya una nueva ley electoral y un tribunal electoral imparcial, de composición plural y que todo el sistema sea sometido al escrutinio internacional; exigir la desarticulación de los sindicatos gubernamentales y en consecuencia se convoquen a la formación de entidades alternativas y libres; presentarse masivamente, las diferentes organizaciones, a solicitar ser incluidas en el registro de asociaciones, y presentarse en las instancias deliberantes y de toma de decisiones y exigir ser tenidas en cuenta.
4) Si se determina que la agenda social debe ser incluida, exigir mejoras salariales, de los medios de protección física, del comedor y el trasporte obrero en centros de trabajo o en todo un ramo.
5) Exigir que las diferentes iglesias tengan acceso a los medios de difusión masiva, a la formación de escuelas, de clínicas y redes asistenciales. Exigir asimismo la eliminación del Consejo Nacional de Iglesias, verdadera corporación al servicio del sistema. Abogar por una ley de culto.
6) Exigir la autonomía universitaria, la despolitización del proceso docente educativo y la desmilitarización de la enseñanza.
Los 198 métodos de lucha no violenta que propone Gene Sharp están divididos en tres secciones: protesta y persuasión, no cooperación, e intervención no violenta. Teniendo en cuenta el poder absoluto y relativo de los participantes en este conflicto, la oposición democrática cubana está en capacidad de usar en este momento los de protesta y persuasión y algunos otros. Eso es periódicos, revistas, audiovisuales, volantas, octavillas, grafitis, pancartas y banderas; presentarse en instancias gubernamentales y reclamar derechos y libertades; recoger firmas y pronunciar discursos; hacer debates sobre temas de interés, cursillos de preparación, presencias públicas arengando, teatros de guerrillas, ayunos, huelgas de hambre, procesiones religiosas, pequeñas marchas y desfiles.
Preferentemente, el accionar cívico en las calles se debe hacer usando el factor sorpresa y en comandos de hasta diez activistas. Las diferentes operaciones tácticas, que están destinadas a llevar a la práctica cada una de las campañas, deben realizarse con el concurso de uno o más comandos. Las alianzas tácticas son necesarias y están destinadas a asestarle golpes contundentes al oponente. Los que van a participar deben estar entrenados en el uso de los medios de lucha no violentos y saber discernir, en el fragor de la lucha, cómo sacar el máximo de ventajas con los medios disponibles.
Después que una representación de todo el arco de la oposición democrática cubana consensúe el Plan Estratégico, se debe elegir una dirección colegiada con distribución geográfica, para que se haga cargo de la dirección de la Gran Estrategia. Estos deben acordar e implementar lo siguiente: frecuencia de las reuniones de seguimiento; cómo se tomarán los acuerdos y el procedimiento para el cumplimiento de los mismos; qué tipos de comunicación establecerán entre ellos y con los de la resistencia; qué modelo pondrán en funcionamiento para reflejar los resultados que se vayan obteniendo, con la máxima de que lo que se puede medir se puede mejorar, y muchos otros temas. Ninguno de los acuerdos tomados puede apartarse de la estrategia de campaña.
La creación de un centro de comunicación con el propósito de brindar información a las instituciones pertinentes del régimen, a la prensa internacional y al pueblo de Cuba. Evitar caer en exageraciones y reclamaciones infundadas pues mina la credibilidad del movimiento.
La creación de los llamados grupos específicos para realizar las tareas generales, como por ejemplo actividades constructivas en lo económico, social y cultural. Estas aumentan el campo de acción y preparan a los de la resistencia para asumir los desafíos de la lucha. Una escuela para el aprendizaje de los modos operacionales y la naturaleza de la lucha cívica no violenta es esencial para los activistas.
Existe una dependencia estructural del movimiento contestatario cubano de la ayuda externa. Habrá que tener en cuenta cómo se hará llegar, de qué forma se asignará lo más eficientemente posible, cómo se transparentará su uso, cuáles van a ser las instituciones encargadas en el exterior de canalizarla y/o donarla, y de qué manera podemos constatar que es limpia e incondicional. Hay que ser cautelosos con la información que se brinde de estos aspectos pues el régimen puede sacar partido de ello. Esperamos que de esa reunión salgan todos esos acuerdos.
Como consecuencia de más de medio siglo de sometimiento, el pueblo cubano ha adquirido hábitos de obediencia, que tienen cuatro dimensiones fundamentales: pasividad, doble moral, miedo y dependencia.
Para potenciar la lucha cívica no violenta, las acciones iniciales deben ser percibidas por la comunidad de poco riesgo, como por ejemplo protestar por la falta de agua potable (el pueblo tiende a valorarnos como sus defensores). También actos simbólicos de no cooperación limitada y temporal, depositar una ofrenda floral en un lugar de referencia, etc. El objetivo no solamente es corregir un malestar específico, sino convencer a la comunidad que ellos tienen derechos humanos que pueden ejercer. Nosotros proponemos como objetivos estratégicos a conquistar inicialmente los referidos anteriormente en el inciso 1, pero estas acciones se harían preferentemente al inicio y paralelamente.
En otra etapa superior se puede implementar la resistencia selectiva, eso es, concentrar los esfuerzos y recursos, que siempre son pocos, en una campaña (salvo algunas excepciones, que pueden ser dos o tres) y una vez conquistado el objetivo estratégico en cuestión, se acomete el lanzamiento de otra campaña y así sucesivamente. Después entraríamos en la etapa de la no cooperación y el desafío político masivo. La secuencia de pluralización, liberación y finalmente implementación democrática, que pueden superponerse en determinados momentos, nos dan una visión de por dónde debemos transitar.
Debemos privilegiar una estrategia, obviamente guiada por la filosofía de la no violencia, donde los grupos y personas que apoyan al régimen se mantengan neutrales, o en el mejor de los casos, se incorporen a la causa de la libertad y la democracia. De no lograr eso las posibilidades de éxito nuestras serían casi nulas. Toda la dinámica de cambios debe estar orientada a que la nación cubana sienta que es necesario y posible un nuevo planteo, y en consecuencia se convoque a una Asamblea Constituyente y con ello el advenimiento de una nueva república.
El MCR no privilegia un colapso del régimen (también lo creemos muy poco probable en el corto y mediano plazo) pues este escenario está asociada a la guerra civil y su hermana gemela: una intervención militar extranjera. Nosotros tenemos como referentes las revoluciones de terciopelo de Europa del Este y muy en especial lo sucedido en Polonia. La paz social y la reconciliación nacional le son muy necesarias a la nación cubana de cara a la consolidación democrática y de una economía de mercado que genere riquezas y oportunidades para todos. La pauta no deben marcarla las mentes calenturientas, si las hubiese, sino los hombres y mujeres que estén dispuestos al sacrificio sin pensar en venganzas en aras de alcanzar nuestra preciada meta de libertad, prosperidad y democracia.