Los voceros más enardecidos del oficialismo encontraron un buen pretexto para defender al régimen cubano, atacando al modelo estadounidense como un todo. El ejercicio de los derechos constitucionales de protestar pacíficamente, de opinión y de asociación son esgrimidos como una rebelión antisistémica, cuando en verdad pone de relieve que, a despecho de los enemigos de la libertad, la soberanía en ese país descansa en el ciudadano. Lo reprochable son las transgresiones de los mismos al usar la violencia y cometer saqueos, que felizmente han sido minoritarios. En río revuelto, ganancia de la izquierda más recalcitrante, de modo que no se puede descartar el apoyo logístico y hasta de inteligencia de agencias extranjeras, así como de instituciones internacionales anti-demoliberales.
Lo más indignante es usar a Martin Luther King y su trascendental discurso “Yo tengo un sueño”: “Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: afirmamos que estas verdades son evidentes, que todos los hombres son creados iguales”. Desde mi percepción, lo único que en verdad conecta a los castristas con ese pastor bautista, es la utilización de un sentimiento manipulador del tipo racista contra el hombre caucásico, vale decir, en oposición de los blancos, que para ellos representan al “capitalismo neoliberal” a derrotar.
Si revisamos una de las campañas que lideró el Dr. King, la de Selma, Alabama, 1959: “Protección garantizada del derecho al voto”, podemos constatar que culminó con la aprobación de la ley más importante acerca de la democracia en el siglo XX. No por gusto en 1989, en una de esas eclosiones liberadoras de la humanidad, los movimientos por la democracia en Moscú, Berlín Oriental, Praga, Johannesburgo y la plaza de Tiananmen en Pekín utilizaron la filosofía del Dr. King y “la palabra ‘venceremos’ (pronunciada por Lyndon B. Johnson) como el tema que identificaba universalmente el derecho a participar en el gobierno”[1]. De modo que el desempeño y la filosofía de este líder les resultan muy subversivos a los totalitarismos ateos como el que padecemos en nuestro país.
De acuerdo al encuadramiento institucional en Cuba, así como el discurso imperante, los postulados del Dr. King de que “todos los hombres son creados iguales” no tienen coincidencia. En la recién aprobada Constitución, en su artículo 42, quedó refrendada la retahíla de once prohibiciones de discriminación, la última muy ambigua, pero no aparece la de creencias políticas. Por otra parte, se regimentó a perpetuidad a la nación con el sistema socialista, así como se asignó al partido único como la “fuerza política dirigente superior de la sociedad y el Estado”. En estos tres artículos medulares quedó claro que no todos somos iguales.
En otras palabras, debes profesar el credo socialista, aceptar las directrices de los comunistas, y si no simpatizas con el dogma oficial, permanecer en el ostracismo político. A la luz del siglo XXI, no puede ser más humillante la desigualdad estructural que nos han impuesto. Y ni qué hablar de la arrogancia del discurso oficial, así como la enorme concentración del poder extralegalmente en virtud de los méritos y el historial “revolucionario”, lo cual acentúa las brechas entre los incondicionales y los de talante independiente o discrepante.
Las enormes y sistemáticas manifestaciones en el vecino del norte han creado una presión desde abajo que ha propiciado la aprobación de un proyecto de ley en la Cámara Baja para modificar el funcionamiento de la policía y la administración de justicia en lo tocante a ese tema. Por el contrario, a Aurelio Cabrera González, activista del MCR, le asaltaron la vivienda, lo golpearon sin miramientos, le destrozaron sus propiedades y lo remitieron casi siete días a un calabozo de mala muerte. Cuando se presentó a reclamar la reposición de sus pertenecías en la 1ra Unidad de la PNR de Sancti Spíritus, el jefe de la misma le espetó: “Nosotros estamos autorizados a irrumpir donde nos plazca y romper lo que nos venga en gana, arréglatelas como puedas”.
Los prejuicios raciales, lamentablemente, pueden desbordar la norma jurídica y la perfección no existe, pero Estados Unidos sigue siendo un referente de primer nivel de los derechos humanos o libertades civiles, porque en última instancia los ciudadanos pueden encabezar el ritmo de las acciones. Si el Dr. King resucitara en Cuba, de seguro sería de los primeros en el movimiento proespeto a los derechos humanos.
Nota: Este trabajo es una reacción al artículo “El sueño enardecido de Martín Luther King”, de Enrique Moreno, Granma, 2 de junio de 2020.
[1] Manual Líderes de la Comunidad y la Responsabilidad