En pos de la Libertad de Cuba
Pensando a Cuba y su entorno
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20 de mayo de 1902, análisis retrospectivo

Por varias razones, Cuba (también Puerto Rico) arribó a la independencia mucho después que el resto del vasto imperio español de América. Al tener en términos relativos una alta presencia de peninsulares y estar distanciada del continente, a los ejércitos independentistas les resultó muy difícil extender sus operaciones hasta acá, así como por ser una colonia (y luego  “provincia de ultramar”) muy próspera de acuerdo a los estándares de la época, lo cual le reportaba abundantes ganancias a la monarquía. Quería entrañablemente conservar a Cuba.

En la misma medida que la colonización del archipiélago canario sirvió de referente para lo que posteriormente se realizó en las Antillas americanas, era el interés de la monarquía mantener a Cuba y Puerto Rico como sus otros territorios de allende el Atlántico. No por gusto, el lema que presidía a los peninsulares era: “Por Cuba, hasta el último hombre y la última peseta”.

Después de 30 años de afanes independentistas, sumando la llamada “tregua fecunda” entre la guerra chiquita y la del 95, la nación finalmente se deshizo de la metrópolis ibérica. La intervención estadounidense derrotó en un breve tiempo a las huestes españolas y con ello se produjo una redefinición de las diferentes partes intervinientes: los peninsulares e hispano-cubanos querían la incorporación (anexión) de Cuba a la federación estadounidense; los antiguos autonomistas se oponían a la misma, así como a la intervención militar, y los independentistas que lucharon duramente en la manigua redentora, encabezados por el generalísimo Máximo Gómez (sin dudas, el mambí más respetado y popular), aceptaban grosso modo la presencia temporal del vecino del norte. En toda regla hay excepciones.

No obstante, las principales querellas que presentaron los independentistas y otros actores fueron por los tres millones de dólares que le concedieron de los once que le pidieron prestados al gobierno interventor para compensarlos por sus servicios militares, y sobre la Enmienda Platt y su capacidad de menoscabar la soberanía nacional.                                                                                                            

En el momento que se comienza la andadura independiente, Máximo Gómez expresó: “Ya tenemos república, pero nos faltan los ciudadanos”, en franca alusión a las carencias que se tenía de determinados valores, actitudes y creencias, asociadas a la convivencia civilizada, tales como la cultura de la violencia en la resolución de los conflictos; la aceptación del clientelismo, el paternalismo y hasta el peculado como algo inherente a la política; el poco o ningún entendimiento de cómo se vive en una república, así como la esencia y las pautas que emanan de una Constitución, y la falta de experiencia en ejercer el poder, pues siempre estuvo a cargo de los peninsulares.

Por otra parte, se arrastraba en mayor o menor medida la herencia estamental, organicista y corporativista; el mercantilismo económico, y los prejuicios raciales con su consiguiente fragmentación social y étnica. También hubo un impacto cultural producido por el arribo de cientos de miles de inmigrantes. Todos ellos constituían lastres que dificultaban el programa a desde la visión liberal republicana de las nuevas élites, implementar en las primeras décadas de la república.

Los estadounidenses, como parte de la civilización occidental, se veían a sí mismos como portadores de una misión civilizatoria, y en consecuencia actuaron con una racionalidad fría y calculada: higienizaron el país; combatieron la fiebre amarilla (a partir del descubrimiento del científico cubano Carlos J. Finlay), y aumentaron considerablemente las erogaciones en el sistema de sanidad. También le prestaron especial importancia al mejoramiento de la educación, a pesar de que los cubanos habían heredado unos índices de alfabetización mayores que los de la península, lo cual incluyó triplicar el número de maestros y aulas, de la misma manera que modernizaron los programas de estudio.

También crearon un cuerpo policíaco y/o militar para combatir la extendida delincuencia rural, y unas incipientes fuerzas armadas. Por otra parte, mejoraron sustancialmente la administración de justicia, los caminos (en la segunda intervención construyeron 800 kilómetros de caminos pavimentados y unos 200 puentes), el sistema de acueductos y alcantarillado, así como el de correos.

Con el endilgamiento de la Enmienda Platt, la clase política estadounidense perseguía garantizar que no hubiera ajustes de cuentas, y en el peor de los casos una guerra civil, dados los muchos agravios recibidos de parte de los cubanos y en consecuencia honrar los compromisos contraídos con España en el Tratado de París; garantizar también la estabilidad y buen funcionamiento de la vida republicana, teniendo en cuenta la terrible experiencia de autoritarismos y enfrentamientos fratricidas en países comparables con Cuba; asegurar desde el orden un favorable clima de inversiones, incluida la estadounidense, y el satisfactorio desenvolvimiento de la economía en general; evitar que potencias extranjeras pusieran en práctica la política de las cañoneras, en el eventual cobro de una deuda por pagar de parte de los sucesivos gobiernos cubanos.

Al menos una parte de los políticos del vecino norteño albergaban todavía en aquel entonces la secreta intención de que en Cuba se produjera la experiencia tejana, de modo que esa suerte de protectorado unido a los beneficios descritos anteriormente sedujeran a los cubanos a la anexión, pero en la práctica se produjo lo contrario: el afianzamiento de la identidad nacional y el firme deseo de ser libres e independientes, que los estadounidenses respetaron.      

              También realizaron elecciones municipales, convocaron una Asamblea Constituyente de la cual salió la Carta Magna de 1901, y finalmente promovieron las elecciones para el presidente y demás cargos de la nación. El 20 de mayo a las 12 del mediodía, el generalísimo Máximo Gómez dio inicio oficial a la república, al izar la bandera de la estrella solitaria en la explanada frente al Morro, al mismo tiempo que una multitud de cubanos enardecidos gritaron: ¡Viva Cuba libre!

18 de mayo de 2021

Nota: Fue consultado el libro Los Cubanos. Historia de Cuba en una lección, de Carlos Alberto Montaner, entre otras muchas lecturas.

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