En pos de la Libertad de Cuba
Una propuesta para Cuba
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La no violencia activa y su pertinencia en los tiempos que corren

La oposición democrática cubana necesita apropiarse de una técnica de lucha de probada eficacia, pues no es momento de seguir improvisando, se debe alcanzar la mayoría de edad. Decenas de años de totalitarismo son más que suficientes. Es imprescindible consensuar un curso de acción que contemple una Gran Estrategia y diferentes estrategias de campañas intermedias, donde se vaya avanzando en complejidad y alcance.

Cada campaña debe estar estructurada en torno a la conquista de un objetivo que tenga la capacidad de involucrar a la población, y de ser posible seducir a los que habitan dentro de las esferas del poder, eso es, que tipifique las aspiraciones y carencias de la presente etapa. Cada una debe ser llevada a cabo a través de una variedad de operaciones tácticas, conformadas por la selección e implementación inteligente de disímiles métodos no-violentos y tomando en cuenta diferentes frentes, grupos y períodos de tiempo. Los objetivos a conquistar de cada operación táctica deben estar orientados a alcanzar los de la campaña en cuestión, así como estos últimos los de la Gran Estrategia. La formación y adecuada selección de activistas conocedores de la naturaleza de esta técnica, así como de la dinámica del conflicto, resulta esencial.

            En este trabajo se expondrá someramente la metodología de lucha. Los gestores y planificadores de la resistencia deben comenzar recopilando información, obviamente por diferentes métodos, para poder determinar cuáles son las demandas más esenciales que al mismo tiempo le resulten más difícil de torpedear al régimen, para poder estar en mejores condiciones de determinar las maneras más adecuadas para la resolución del conflicto planteado, así como cuáles son los momentos más apropiados para lanzar cada campaña y las operaciones tácticas dentro de cada una de las mismas, desde una perspectiva holística de la lucha.

Es muy importante prestar atención a la formación de los líderes, así como a una masa crítica de activistas, pues esta lucha se desarrolla en un ámbito social y humano, a diferencia de los presupuestos del uso de la violencia, que son material y físico. Los líderes deben hacer público cuáles son los móviles, el plan estratégico que pondrán en marcha y articular un discurso orientado a explicar cuáles son las metas y los beneficios que se obtendrán en el futuro.

Se debe hacer énfasis en el compromiso personal, en las convicciones que le deben asistir a los de la resistencia, para con ello prepararse para enfrentar la represión y una lucha a corto y si fuera necesario a mediano y largo plazo. Es importante proponerse no despertar el odio y la intolerancia y con ello limitar el antagonismo de los aliados potenciales. El luchador cívico debe interiorizar que defiende una causa justa, la creencia en la eficacia de esta técnica de lucha, que se lleva a cabo una estrategia inteligente, y que el comportamiento disciplinado y hábil asegurarán la victoria.

A esta técnica de lucha le asiste la negociación. Antes del comienzo de cada campaña se debe intentar negociar para con ello tratar de evitar el accionar cívico que siempre provoca represión y desgaste. La negociación no es el sustituto de la no violencia activa, es más, un requisito de la misma es la habilidad de luchar y la determinación de hacerlo. El resultado favorable de la negociación, desde el lado del movimiento contestatario, va a estar dado más por la calidad institucional y el vigor cívico que por la justeza de las demandas que se enarbolan. Sobre todo, en dos de los cuatro mecanismos utilizados por los demandantes que utilizan esta técnica de lucha, la conversión y el acomodo, puede ayudar sobremanera. En otras palabras, es contraproducente para los practicantes no violentos rehusar el diálogo o la negociación.   

La acción directa se implementa una vez que fracasan las negociaciones. No por gusto, desde esta cosmovisión no violenta, se apuesta por trazar un curso de acción como se describió anteriormente. Es mejor concentrar el accionar en los puntos débiles de las diferentes políticas y del sistema, así como no dispersarse en varias campañas a la vez, por razones de economía de medios y luchadores fogueados. Se deben ajustar los fines a los medios en la primera etapa y, en consecuencia, planear inteligentemente una serie de victorias pequeñas que ayudarían a insuflarles determinación y entusiasmo a los activistas hasta que se consolide el movimiento.

Ésta es una técnica de lucha cualitativamente superior que tiene entre sus propósitos más caros legarle a las presentes y futuras generaciones un contexto reconciliado y de paz. El mismo alcanzaría uno de sus puntos culminantes cuando se produzca la convocatoria de una Asamblea Constituyente y las consiguientes elecciones libres y democráticas, donde las autoridades que emerjan implementarían los cambios estructurales y trascendentales. Por el contrario, la desestabilización política y/o la violencia alimentarían círculos viciosos de golpes y contragolpes, el consiguiente empantanamiento y las aún mayores penurias. Se debe apostar porque eche raíces la máxima martiana: “Con todos y para el bien de todos”.

Se debe aprovechar la “Resolución del Parlamento Europeo sobre los derechos humanos y la situación política en Cuba” para ponerse en sintonía con la misma, eso es, tomar como referencia los pedidos al régimen que contemplan: políticas efectivas para mejorar las condiciones de vida de los cubanos; el derecho del pueblo a exigir la democratización, la cual incluye elecciones libres y multipartidistas a través de un diálogo nacional utilizando como herramienta consensuar una hoja de ruta; reformas jurídicas que garanticen libertad de prensa, asociación y manifestación; desde el reconocimiento de los europeos, participar en diálogos institucionalizados, formales, abiertos y públicos, así como ser beneficiarios de los proyectos de cooperación; ajustar la política en materia de derechos humanos a las normas del sistema internacional, lo cual implica la ratificación de los pactos de Nueva York, y tener el derecho a la participación social y política desde una perspectiva plural.

22 de junio de 2021

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