La renuncia del comandante Huber Matos el 20 de octubre de 1959 marcó un punto de inflexión. Sus acusaciones sobre la infiltración comunista en la revolución fueron corroboradas definitivamente a los 6 años, al ser fundado el nuevo partido comunista. Hubo una evidente manipulación de su caso.
La versión oficial publicada en el periódico Granma sobre una supuesta sedición y deslealtad, no se sostiene por sí misma. Matos sólo le realizó una carta de renuncia a Fidel Castro, la cual se filtró a las instituciones y personalidades de Camagüey, los cuales quedaron afligidos, pues apreciaban su valía.
Para ser más preciso: Matos tenía razón de la referida penetración comunista y no hubo la menor conspiración y mucho menos militar en aras de "debilitar el proceso revolucionario en un momento crítico".
Fue una demostración simbólica de desaprobación.
Las intenciones originales de la revolución, tal como se expresara en la Declaración de la Sierra Maestra y en entrevistas a Fidel Castro, enfatizaban la reinstauración de la Constitución del 40, elecciones libres, y un sistema pluripartidista.
En ese contexto, es comprensible que figuras como Camilo Cienfuegos y Huber Matos se sintieran engañadas con la deriva hacia el comunismo.
Las conversaciones que Matos menciona en su libro, "Cómo llegó la noche", entre Camilo y él, reflejan una desilusión compartida con la dirección tomada por la revolución. Si Camilo hubiera sobrevivido, es posible que como Matos, hubiera cuestionado este cambio de rumbo.
Es probable, si Camilo hubiese tenido la oportunidad, hubiera desempeñado un papel similar al del comandante nicaragüense Daniel Ortega, promoviendo una visión más pluralista y menos alineada con el comunismo.
Los primeros años fueron complejos, con múltiples líderes fuertes y carismáticos. La muy controversial muerte de Camilo, eliminó una posible fuente de conflictos y consolidó aún más el poder de Fidel Castro.
Decisiones tomadas sobre la marcha, como la elección de Camilo como el jefe del Ejército Rebelde y después a Raúl Castro como "Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias", colocó en una posición superior en la jerarquía militar al segundo. Esa decisión pudo haber creado tensiones.
Estudios bien fundamentados arrojan que las revoluciones armadas como regla terminan en la implementación de un régimen autoritario, en cualquiera de sus variantes. En cambio, la No-violencia activa desde la planificación estratégica empodera al ciudadano y a las instituciones de la sociedad civil en detrimento de las castrenses, en fin, allana el camino desde el comienzo, de un orden democrático.