En pos de la Libertad de Cuba
Una propuesta para Cuba
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Protesta del 11 de julio, renacer de la esperanza

Cuando el 11 de julio del 2021, Miguel Díaz-Canel Bermúdez llamó a degüello contra los pacíficos protestantes antigubernamentales que escenificaron con mucho las protestas de mayor calado en más de seis décadas, en la cuadra de un opositor caibarienense salieron los castristas, machete en mano, según nos comentó aterrado. Nadie que no padezca ceguera política o defienda intereses espurios apoyaría esta convocatoria a masacrar, pues la protesta pública ejercida por los atormentados cubanos es un derecho humano elemental. Los castristas se aseguraron de concederle rango constitucional (art. 4) a esos comportamientos cavernícolas, peor aún, a sembrarlos en la mente de sus partidarios, de ahí la inmoralidad de la ideología comunista o de su sucedáneo.

En todo caso, lo que se reveló con fuerza en estas jornadas de protestas fue la ausencia de un entramado institucional y legal eficaz para elegir representantes públicos y programas orientados a resolver las múltiples necesidades insatisfechas; recomponer la política exterior y en especial con los Estados Unidos, despojándola de los dogmas justificativos; establecer eficazmente la rendición de cuentas y combatir la corrupción y la inoperancia, entre otros. Por tales motivos la gente decidió tomar las calles y clamar “¡Libertad! así como “¡Patria y Vida!”.

En otras palabras, los cubanos desbordaron los marcos oficiales establecidos porque no creen en ellos hace mucho rato. Con los tradicionales niveles de miedo y dependencia que existen, al menos hasta el momento de las protestas, el hecho que se desencadenaran las mismas en unas 40 ciudades, barrios y localidades menores es porque existe un hartazgo de todo lo que huele a socialismo real. 

Lamentablemente hubo lo que sucede en todas estas protestas, más allá del país y tiempo histórico: asaltos de comercios, andanada de piedras a las fuerzas policiales, carros de policía volcados, forcejeo con los gendarmes, etc., pero fueron minoritarios. Por ejemplo, las que ocurrieron en San Antonio de los Baños y en Palma Soriano son dignas de incluirlas en los libros de estudio por la disciplina no violenta observada, sobre todo porque estas no fueron preparadas de antemano, lo cual reflejó la arraigada vocación no violenta de los protestantes. Se pudo apreciar policías frente a los acalorados manifestantes, que no fueron rosados ni con el pétalo de una rosa.

Los castristas siguen apostando por fabricar descréditos. Para no caer en reiteraciones, solamente nos referiremos a las imágenes de protestas en otros contextos, que, según ellos, los opositores se adjudicaron. Lo primero, el movimiento contestatario es descentralizado, espontáneo y plural, de modo que cualquiera no representativo hubiese podido subir una imagen falsa, y peor aún, ser una maquinación de la contrainteligencia castrista. A lo que ellos no hacen referencia es a las múltiples protestas totalmente no violentas, que son una demostración patente de la autenticidad de los demandantes, por lo que no hay ninguna necesidad de falsificar nada, además de que hacerlo es inmoral.

Una lección que deben aprender los que luchan por la libertad es saber conservar la disciplina no violenta. Se puede esperar perfectamente que los agentes encubiertos traten de escamotearla y con ello desnaturalizar al movimiento, lo cual sería el terreno fértil para justificar la represión, que por demás ha sobrepasado los más de 5 mil detenidos, de los cuales una parte quedarán tras las rejas. La experiencia que han tenido otros practicantes de la no violencia consiste que no se debe apostar solamente por las marchas y huelgas de hambre, pues resulta empobrecedor. Apropiarse de un pensamiento estratégico-táctico y trazar un curso de acción resultan esenciales. 

Lo que debe caracterizar a cualquier gobernante que se precie de serlo es saber interpretar los signos del momento, ponerse por encima de los intereses partidistas, pues se espera que gobierne para todos, y, en consecuencia, implementar lo mejor que necesite la nación. De lo contrario, en el caso cubano, ellos seguirían siendo los responsables máximos de nuevos y mayores estallidos sociales. La demagogia y la soberbia no conducen a nada bueno. 

13 de julio de 2021

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